jueves, 4 de junio de 2015

THE LAST FIVE YEARS, ESE PLACER CULPABLE.

The Last Five Years me hace sentir culpable.

Nadie puede negar que los musicales están de moda, especialmente en el cine. Llevamos unos años en los que hemos podido disfrutar de varios clásicos del teatro musical llevados al cine (y parece que la tendencia continúa). Una de las últimas adaptaciones al cine que hemos podido disfrutar ha sido The Last Five Years, el musical de Jason Robert Brown, con Jeremy Jordan y Anna Kendrick cantando en directo. Sí, no sólo en Les Misérables pueden cantar en directo y no, no hace falta que les pongan la cámara a un palmo de la cara para demostrarlo.
El musical es una historia de amor, o desamor mejor dicho, entre dos jóvenes que cubre desde que se conocen hasta su ruptura 5 años después. ¡Hala! ¡Ya nos has chafado el final! ¡Aguafiestas!. Nada más lejos de la realidad, ya que una de las claves de este musical es que pretende presentar los dos puntos de vista de la historia, siendo la de Jamie (Jordan) contada en orden cronológico normal y la de Cathy (Kendrick) retrospectivamente. Ambos puntos de vista se van intercalando sin que interactúen entre ellos (en el musical son prácticamente todo soliloquios, mientras que en la película aparecen los dos en la escena y, aunque sólo cante uno, puedes ver la reacción del otro).

Con este esbozo os preguntaréis: “¿y por qué se siente culpable?"


Recientemente, leí un artículo que encontró Paola, que decía que la mayoría de gente que veía la película se ponía de parte de ella mientras que los que lo habían visto sobre un escenario se ponían de parte de él. A mi me pasa lo contrario. Supongo que tendrá que ver que Jordan es uno de mis Bway crushes desde hace ya bastante tiempo y convertirlo en el malo de la película sería luchar contra natura. No obstante, este hecho ha sido, quizás, el determinante que me ha hecho pararme a analizar más detalladamente el fondo de esta historia. Algo que no había sentido la necesidad de hacer con el álbum interpretado por Norbert Leo Butz y Sherie Rene Scott.

Está claro que en una ruptura, generalmente, la culpa no es 100% de una persona sola… como dicen por ahí “dos no bailan si uno no quiere” y en este musical puedes apreciar los fallos de ambos y qué circunstancias los han llevado a ese punto mejor que en ningún otro musical. Lo que me sorprende es que una y otra vez acabe poniéndome del lado de Jamie pese a que sería más fácil identificarse con Cathy, con sus inseguridades y sus luchas, que con Jamie, que no sólo le es infiel sino que su éxito le sobreviene tan de repente que ni él mismo se lo explica.

Puede ser que el hecho de que la obra esté escrita por JRB y que se identificara con Jamie en mayor o menor medida (su ex mujer llegó a demandarlo antes de que la obra se estrenara en NY porque la relación que describía se parecía demasiado a su fallido matrimonio, aunque JRB siempre ha desmentido que se trate de una obra autobiográfica) haga que te resulte más fácil simpatizar con el personaje masculino.

Sin embargo, una de las razones, yo creo, más plausibles es que esté relacionado con la forma y el hecho de que al ser la parte de Jamie la que se narra cronológicamente es con su angustia con la que te quedas al final del musical, mientras que el dolor de Cathy queda ya lejano en el tiempo, habiéndolo presenciado al principio del musical.

Reconozco que le he dado muchas vueltas a esto, sobretodo desde que se me ocurrió escribir esta entrada un día, enfadada conmigo misma tras volver a escuchar la BSO de la película. Y es que Jamie tiene momentos de capullo integral. Lo siento, pero no puedo evitar indignarme cada vez que escucho “A Miracle Would Happen” donde Jamie, recién casado y en plena cima de su éxito se lamenta de por qué no podrían desaparecer todas las demás mujeres para no tentarlo, porque no es que él tenga problemas con su fidelidad sino que las demás se lo ponen a huevo. No obstante, esta canción se pierde entre todas las de Cathy, frustrada por no conseguir lanzar su carrera como actriz y viviendo a la sombra del éxito de él, lo que no hace más que alimentar sus inseguridades. Esto hace que, por la estructura del musical acabes perdiendo la paciencia a la vez que Jamie y culpándola a ella porque resienta su éxito.

Cada vez que llego a este punto es cuando peor me siento… ¿Cómo puede ser que empatice con él? ¿Cómo puedo justificar que le sea infiel porque ya no es feliz en su relación? Está claro que una relación en la que las dos partes no se sienten como iguales (y Cathy tiene muchas frases en las que muestra que se siente inferior) está abocada al fracaso, pero… ¿qué tiene esta historia que hace que empatice con el triunfador en lugar de con la más débil?
No tengo respuesta a estas preguntas y, mientras la busco, seguiré disfrutando de esta magnífica pieza, aunque sea con sentimientos encontrados.


¿Y vosotros? ¿Con quién os posicionáis en esta historia? ¿Estáis de acuerdo con la sensación que describo?

Marta RJ